Una luciérnaga armó un revoltijo en el corazón de una manzana, y los gusanos asustados se espantaron y huyeron. La luciérnaga entonces, moró la manzana y la endulzó nuevamente a fuerza de susurrarle haces de luz, que la hicieron nuevamente bella y acaramelada.
Sucedió un día, que la luciérnaga creció (como crecen todos los seres del Universo) y resquebrajando la manzana se hizo al mundo como el aire se hace brisa, ventarrón o simple sofoco. Entonces, decidió recorrer el mundo, ávida de frutos perdidos y putrefactos, necesitados de luz.
Hoy la luciérnaga es jefa en el Mercado Central. Nadie la discute ni añora. Ella está ahí, haciendo...
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