Sos poseído desde lejanas horas atrás por la irracionalidad ciega, un séquito de ideas perdidas y vagabundas que deambulan, acaso por inercia, de la cama al living, de extremos distantes entre sí... uno a otro.
Sin embargo, algo claro reverbera en esos ojos. Un destello de luz, una opción, un deseo, el vaivén de una melodía asincopada y constante que resuena en el aire aún sin oírla, que retumba en tu mente como un infantil sonajero de madera.
Ahí vas, lunático. Enfermo (quizás). Extraño (tal vez). Las cruces se multiplican. Panes y peces también. Entonces la magia (que es infinita) se adhiere al mito y crece tu sombra sobre esta tierra, así como tu luz.
Debieras refrenarte con Geniol, infante taciturno y pervertido!!!. Tu trayecto cama-living se descoce, y desvarias cada tanto por la cocina. El humo se granjea por la casa, tu casa. El sol enrojece y la noche se azula, levemente.
Y ahí, estás, una magnolia al sol en la ventana. Mirando ilusionada, esperando el milagro. Reclamando algo de agua.
La fiebre pasa y la claridad se asemeja a la realidad. Es tiempo de levantar de la cama, solo beber un poco más del caldo y salir a la calle a empezar. Otra vez....
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