domingo, abril 18

Urbano y cultural

Eran diez luces, todas juntas. Todas de cara a mí, haciendo su juego sucio de provocar mi lucidez, mi destelleo, mi momento cumbre. Entonces, solo entonces, supe que era el momento propicio para darme a la fuga en medio de esa inmaculada obra preconcebida dias antes. Y me lancé a por ella. La conseguí, atrapándola en medio del juego, el resto fue simplemente repetirla hasta el hartazgo.

Los gritos del resto reververaron en mis oídos toda la noche. La lluvia que debía haber venido, llegó retrasada y con granizo. Mejor, pensamos: el tipo nos dió su mano eterna. Agradecimos seremos, oh, juremos con gloria vivir.

Y en esta tarde de domingo, pasados de rosca y vendaval, sacude el éxtasis del rock and roll su más alto impacto en la mente de los monos.

Aleluya!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola querido pasajero en mares frutales...

Hacía tiempo que no sabía ni de tus letras ni de tus sonidos, ni de tu bosque ni de tus días... AHORA acá te veo, quiero decir, te encuentro, y con éso me basta para gritarte desde lejos: date vuelta, que acá te está llamando el sinfín musical!

Aparecí uniendo nubes de azúcar. Me senté en la tierra a recitar pequeñeces. Además está re lluvioso. Yo creo que...

Aleluya aleluya!

Que el rock and roll sea el éxtasis al que todos quieren como sobrevientos y sobresueños.

Te abrazo, nene, te abrazo con un aire de euforia, vió.

Yo,
Agus,
Peperina...