Carta abierta desde los sentidos
De todos los momentos que acapara el día para mi destino
me he quedado en los de ocio, desesperadamente;
porque allí vuelvo a ser yo, a mis costumbres y gozos,
y me separo de la máscaras que doy a la gente.
De todos los sonidos amontonados en el éter
he decidido oír las voces conocidas
así el mundo se reduce a lo importante
y queda de lado el gris monótono que se oye.
Contadas son las horas de las musas.
Violentas, las que corren los instantes.
Tan tristes son las horas de la luna,
tan muertas las de soles que se abren.
De todas las imágenes que capto al recorrer
me he quedado en unos ojos, mansamente,
porque allí me siento libre como un ave
y me abrazo a la ilusión de retenerte.
De todos los latidos que murmullo
presiento vaga vez su movimiento.
Quizás debiera verte más seguido
para sentirme más vivo que muerto.
Contadas son las horas de las flores
Macizas, las que apuran los instantes.
Tan pobres los momentos en la gloria,
sin vos todo el vivir son puros flashes.