Calcina el Sol, como calcina el color digital y foto-Yo-peado de un arco iris malevo.
Fuentes de oro aguardan tras de sí, o al menos eso me dijeron.
Y un gnomo verde de pipa en mano saluda ameno y se deshace de su fortuna.
Y un canto de golondrina menease sobre el aire, abanicando nubes y trayendo
de sus lejanos paraísos el polvo imaginario con que sueñan los reyes en vacaciones.
Calcina el Sol. Calcina el rayo. Calcina el oro, el gnomo, la golondrina, los reyes
los paraísos lejanos.
Calcina el polvo... y el imaginario. Calcinan las vacaciones, las nubes. Maldito foto-Yo-peado!!
Se hace rebuznos, se agolpa en un viento grisáceo.
El eje se corre hacia el centro y un huracán copioso se torna en mi sueño y despierto....
La noche es gris y una niebla inoportuna se coló en sus mejillas.
El eco en los bolsillos reclama alimento, o soy yo que lo extraño.
Un ogro avariento le gruñe al espejo y me siembra de espantos.
Cercena su canto (es chirrido) el cuervo en la rama, negro y tirano
que acerca zumbidos de gritos de esclavos, de pueblos cansados,
de guerras pasadas que se tornan futuro y temor...
La noche, y el gris. La niebla. El extraño. El ogro y el espanto.
El cuervo en la rama. El grito. El cansado. La guerra, y el futuro.
El eje corrido, ya descentrado.