lunes, agosto 1
Muda
En la austera soledad de una sala pelada, desprovista de sonidos, do el eco ya ni asoma. Allí, allí perecen los últimos golpes que recuerdo, acurrucados uno a uno sobre el borde ensangrentado de una armadura que solamente vos supiste llevar con dignidad.
Pesan el hambre, el frío, la sed y las deshoras en este timbre imposible de llamar antes que suene. Antes que el rayo truene, y la puerta se empiece a entornar para mostrarme luz. Se murmura (tan solo se murmura) que allí estarás, dormido de solo esperarnos llegar. Con la sonrisa inmutable, el silencio específico para estallar en una encadenada canción. El gesto de quien sabe de sobra que todo ha de estar bien.
El título honoris causa de un ángel pervertido al rock and roll. Las alas abiertas y bruñidas buscando un más allá del cielo, una escalera más para trepar.
En la austera soledad. Acurrucado sobre el borde. Pesa. El silencio específico. Buscando un más allá. Donde encontrarte
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